Campaña Lazo Blanco de Argentina Y Uruguay
Red Argentina de Masculinidades por la equidad
Campaña de Paternidad Men Care
Presencia, emoción y cuidado
La vida contemporánea ha complejizado las relaciones de intimidad, otorgando cargas y modelos únicos a tareas ancestrales.
Las tasas crecientes de la disolución marital, la mayor participación de las mujeres en los mercados laborales en la región (comparada con la participación estable o declinante de los hombres) y la creciente atención a los papeles de los hombres en la salud sexual y reproductiva han contribuido al aumento de interés en los papeles de los hombres en las familias y su participación como padres en los países en desarrollo.
A nivel internacional, las conferencias del Cairo (1994) y Pekín (1995) sirvieron para llamar la atención hacia los papeles de los hombres en las familias y establecieron plataformas internacionales para involucrar a los hombres en la promoción de la equidad de género, incluyendo una mayor participación de los hombres en sus roles como padres.
Las ideas de madres o padres como funciones y realizaciones humanas las debemos contextualizar donde se dan, es decir dentro de culturas demandantes de lugares fijos y estereotipados.
La idea de madre como sinónimo vital de mujer, y no como opción de derechos sigue encriptada en nuestras creencias, sumando a ello, la convicción de que el cuidado de hijos e hijas es solo responsabilidad femenina, acotando las posibilidades de las mujeres por un lado y los niños y niñas por el otro hacia nuevas configuraciones.
Las interacciones entre los padres y sus hijos/as están influenciadas por un complejo conjunto de factores personales y contextuales, que implica dinámicas en dos sentidos, que son afectadas por las creencias y prácticas en diferentes entornos en los que padres e hijos pasen. Son estudios cada vez más numerosos que demuestran la importancia de los padres en distintos aspectos de desarrollo del niño/alas conductas sociales se aprenden principalmente en la familia y luego en otros entornos en los que vive el niño (escuela, iglesia, comunidad, etc.)
Así, más allá de la relación madre-hijo, la relación padre-hijo también debe ejercer una influencia significativa en el desarrollo de los patrones de comportamiento de los niños, impactando en la calidad de sus relaciones interpersonales posteriores.
El aprendizaje de habilidades sociales en la infancia se produce principalmente a través de la observación, modelado, instrucción y sus consecuencias
Así, los padres y madres, que están en contacto diario con los niños, son individuos más susceptibles de generar o mantener conductas problemáticas del niño/a en términos de información, creencias y habilidades, estado inadecuado educativo o psicológico.
El aspecto emocional de la actividad social se aprehende y se comprende en el seno de la experiencia cotidiana, su carácter inter-subjetivo requiere de una interpelación continua de adecuación de esa actividad en el entorno sociocultural donde se activa, las experiencias sociales cotidianas dan forma a la conciencia y definen las identidades individuales.
Las sociedades no son unidades estáticas, por lo que las identidades tampoco lo son. Por otro lado, la identidad surge en un contexto de relaciones con otros/as: se adquiere la identidad conforme uno se identifica con otros/as, se asume distinto a otros y va comprendiendo el papel que desempeña ante ellos. En definitiva, no existe uno sin existir otros. La identidad social es un primer paso para la construcción del propio yo, de la identidad personal.
La familia es una institución viva y en constante construcción, tanto en términos sociales y psicológicos como de la vida cotidiana de cada persona. El enfoque constructivista de la familia rescata que la única forma de llegar a una definición aproximativa de las familias reales es poniendo el acento en su carácter contingente.
La familia es unidad básica de reproducción biológica y económica, como también representa el espacio fundamental de socialización, protección, seguridad e intimidad en el plano afectivo-emocional.
La paternidad se construye de maneras específicas en cada sociedad, en un momento histórico dado y es afectada por determinados contextos políticos y económicos, procesos socioculturales así como por ciertas configuraciones psíquicas, simbólicas e imaginarias; no existe una respuesta a la paternidad para todas las culturas y sociedades humanas y puede ser entendida contextualizando su función en el sistema de parentesco de una sociedad determinada y en su ordenamiento familiar.
Frente a la voracidad de tiempos y espacios de nuestro mundo, ideas preexistentes, no ponen en duda la presencia de las madres en el quehacer cotidiano de hijos/as, sin embargo, si se supone la ausencia del padre en estos mismos espacios pues esta trabajando para proveer el sustento económico necesario para el buen desarrollo de hijos/as y familias.
Estas ideas afincadas en modelos históricos sobrecargan a las mujeres en sus tareas y restringen los derechos de hombres a participar en las crianzas y cuidados de sus hijos/as.
Ser padres es una experiencia llena de contradicciones y complejidades entre los códigos tradicionales y los contemporáneos, entre los deseos y las obligaciones, entre la responsabilidad y el abandono, entre las demandas y las posibilidades, entre los mandatos de la cultura y las expectativas familiares y personales.
Los cambios y demandas que impactan en la vida cotidiana de las parejas y las familias han traído tensiones para mujeres y hombres, tales como la del trabajo remunerado y el proveer v/s criar y las tareas y trabajo doméstico y de crianza y cuidado.
La paternidad y sus tensiones van teniendo particularidades según el grupo socioeconómico al cual se pertenezca. El mandato de proveer y ser jefe de familia ha sido señalado como más fuerte para los sectores populares.
La provisión masculina no sólo puede ser económica, sino emocional, de resguardos, cuidados y afecto; solo la presencia continua abre oportunidades para una provisión integral e integrada.
Vivimos realidades diferenciadas que han hecho mas vulnerable este mundo, seguridad, salud, comunicación, fenómenos climáticos han atravesado las líneas de contención que habíamos construido, estamos en sociedades de riesgos mayores, debemos ampliar el concepto de cuidados como eje de las con vivencias.
Autoridad masculina y cuidados femeninos han sido principios rectores en los procesos de socialización de muchas generaciones, probablemente porque el cuidado, el interés, el afecto y la preocupación son una amenaza a la aceptación incondicional de la autoridad y por eso se han confinado estos valores a las esferas privadas y femeninas.
El cuidado y el interés tienden a estar orientados hacia las personas y las relaciones, no hacia las normas instauradas.
El sistema cultural binario en que nos hemos desarrollado restringe el desarrollo de los valores de amor, cuidado y generosidad y ternura en el hombre.
Los hombres son socializados para la autoridad y la responsabilidad más que para el cuidado y el amor; las mujeres son socializadas para la sumisión y la dependencia más que para la asertividad y la autonomía.
Anhelamos crianzas conjuntas hacia personas integras, producto de la presencia, del cuidado y la expresión de afectos compartida.
El cuidado, más que una actividad o grupo de actividades particular, es una forma de abordar las actividades que surge de la conciencia de vulnerabilidad de uno/a mismo/a o de los demás.
Esta conciencia es el requisito previo a crear unas condiciones de relación que sean plenamente sociales.
Se trata del régimen de relaciones presidido por el reconocimiento y aceptación del otro/a, en el que el/la otro/a es concebido como la necesidad básica para la constitución del sujeto y su límite. En tal régimen, el cuidado adquiere una atención central, se experimenta la alerta ante la necesidad de cuidados, tanto por parte de quien los requiere como de quien está en posición de suministrarlos.
Desde la ética del cuidado se considera muy importante tratar al otro/a como un “otro/a concreto/a”.
Desde el punto de vista del cuidado, el sujeto y los otros son conceptualizados en su “particularidad” más que en instancias para la aplicación de nociones morales generalizadas.
La decisión que debemos tomar sobre cuánto cuidado proporcionar, cuándo y a quién no puede ser fácilmente generalizada o universalizada.
El proceso de cuidar a alguien sólo puede ser óptimo si es singular, porque cada persona es un ser único e irrepetible, mas allá de la filiación biológica.
El destino de la acción de cuidar no es una abstracción, ni una idea etérea, ni es la humanidad en general, sino este hombre y esta mujer, este niño/a, este adulto/a mayor.
El proceso de cuidar debe ser circunstancial, esto es, debe arraigarse a la circunstancia del sujeto vulnerable, esto implica muchas veces desarraigarse de la propia experiencia.
Este cuidado es presencia, producto del reconocimiento de la singularidad de cada uno/a de los otros/as indicados/as solo puede ser desarrollado desde el afecto y la cercanía, desde el contacto corporal y personal consiste en dedicar tiempo y energía para considerarlo todo, la norma moral de tomar decisiones es considerar todo lo que se pueda, todo lo que se sepa
El cuidado para que sea efectivo debe partir del punto de vista, las demandas y el contraste con los destinatarios del cuidado. Por ello reafirmamos, tiempo, voluntad, decisión de individuos concretos que expresen sus necesidades y que establezcan una relación de interconexión con los cuidadores/as.
Estas consideraciones producto de nuestra experiencia en el desarrollo de la Campaña Lazo Blanco de Argentina Y Uruguay y la Red Argentina de Masculinidades por la equidad, nos llevan a generar esta nueva Campaña con los siguientes objetivos:
- Que las personas que participen de la misma
- Sensibilicen e involucren a personas adultas y jóvenes sobre la necesidad de transformaciones culturales dentro de la población masculina y sus capacidades de cuidado afecto y presencia paternal comprometida como camino hacia co-crianzas equitativas.
- Que las personas que participen de la misma desarrollen habilidades, conductas y actitudes positivas hacia la incorporación de los padres en la crianza de los hijos/as, de presencia continua, cuidado y afecto.
- Fortalezcan el derecho de los hombres a participar en la crianza de sus hijas /os
- Que los mismos comprendan su rol socializador y formador de niños y niñas y se comprometan a promocionar en ellos Paternidades presentes, desde el cuidado y construidas desde el afecto.
¿Cómo iniciamos esta Campaña?
Aliándonos con otras organizaciones conformando la Campaña Men Care Latinoamericana a traves de www.campanapaternidades.org
¿Quiénes instrumentan esta Campaña?
Organismos públicos y organizaciones sociales que participen ya de la Campaña
Lazo Blanco de Argentina Y Uruguay y de la Red Argentina de Masculinidades por la equidad.
¿Cómo se instrumenta esta Campaña?
Nuestra Campaña se plantea en dos fases
- Sensibilización, a través de spots radiales y televisivos, afiches y folletos de divulgación.
- Información y construcción de conocimiento conjunto , a través de dos tipos de formatos de intervención Escuela de Crianzas y Círculos de padres.
Características de nuestra Campaña
- Es voluntaria , abierta y diversa , cualquier persona puede comenzarla
- Es territorial, realizada con y entre personas.
- Se realiza en escuelas, clubes de barrio, asociaciones civiles, empresas, sindicatos, sociedades de fomento.
- En tu casa, en tu barrio , en tu escuelas si haces Campaña de Paternidad
Presencia, emoción y cuidado sumamos más y mas, actívate, hace Campaña
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